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La educación de los niños

El pasado 1° de octubre se celebro el día del niño. Y es momento de reflexionar lo que hemos hechos con los nuestros. ¿Estamos formando futuros ciudadanos o consumistas? 

Investigaciones indican que los niños en América Latina pasan 4 días en la escuela y el doble en el ojo de la televisión. Impresiona el número de anuncios publicitarios destinados a niños que las utilizan como cebo de consumo. 

Se ha constatado que el exceso de publicidad causa disturbios nutricionales y de comportamiento en los niños. De obesidad precoz, por la ingestión de alimentos ricos en azucares o grasas saturadas, refrescos y frituras, y de la anorexia provocada por la obsesión de una silueta delgada digna de pasarela. 

La sexualidad precoz y los desajustes familiares son otros efectos de la excesiva exposición a la publicidad. Son menos felices los niños influenciados por las ideas de que el sexo es independiente del amor, que la estética del cuerpo predomina sobre los sentimientos, y que la felicidad reside en la posesión de bienes materiales. 

Impregnados de esos falsos valores, tan divulgado como absolutos, el niño exacerba sus expectativas. Ahora sabemos que la caída es proporcional al tamaño del tropiezo. Si un niño asocia su felicidad a las propuestas consumistas, igual de mayor será su frustración e infelicidad, sea por la imposibilidad de saciar su deseo o por la incapacidad de cultivar su autoestima a partir de valores enraizados en su subjetividad. Convirtiéndose así, en un niño rebelde, negativo, indisciplinado en la casa y la escuela. 

La plaga del consumismo es ahora también una cuestión ambiental y política. Montañas de plástico se acumulan en los océanos y la incontinencia del deseo dificulta cada vez más una sociedad sustentable, en la cual los bienes de la tierra y los frutos de trabajo humano sean también compartidos entre todos. 

Uno de los factores de deformación infantil es la separación del núcleo familiar. En el día del padre un niño suplico a su padre, entregándole una nota, en que deseaba él tener tanta atención como le dedica los días domingos a la televisión…..así como un hijo de padres separados pidió irse a vivir con sus abuelos después de presenciar la discusión de sus padres, cuando el uno y el otro querían estar libres el fin de semana. 

Me causa horror el orgullo de padres que exhiben sus hijos en concursos de belleza. Una niña instigada precozmente a prestar atención al propio cuerpo, tiende a la esquizofrenia de ser biológicamente infantil y psicológicamente “adulta”. La fantasía, propia de la edad, es transferida a la televisión y a la invocación del consumo. No sorprende que después, en la adolescencia, el vacío del corazón busque su compensación en la ingestión de drogas. 

Los niños son seres miméticos por naturaleza. La mejor forma de interesar un bebe en la música es colocarlo al lado de otro que ya tenga familiaridad con un instrumento musical. Pero ahora que se puede esperar de un niño que presencia a los padres humillar a la sirvienta, que traten a meseros con prepotencia, que insulten a motoristas en el tráfico, que tiren la basura en la calle, que pasen la noche deleitando con futilidades televisivas. 

Los niños necesitan de afecto, de sentirse valorizados y acogidos, pero también de disciplina y, al romper el código de conducta, que sus castigos sean sin violencia física o verbal. Solo así aprenderá a conocer los propios límites y respetar los derechos de los demás. Solo así evitará convertirse en un adulto envidioso, competitivo, rencoroso, pues sabrá no confundir la diferencia con la divergencia y no hará distinciones de preconceptos y discriminaciones. 

Es por ello necesario conversar con ellos a través de un lenguaje apropiado, sobre situaciones límites de la vida: dolor, pérdida, ruptura afectiva, fracaso, muerte. Inspirar en ello el respeto a los mas pobres y la indignación frente a la injusticia que causa pobreza; el sentido de responsabilidad social (hace día vi algunos niños barriendo la calle frente su escuela), la preservación ambiental (como la economía del agua), de protagonismo político (saber acatar la decisión de la mayoría y de enterarse de lo que significa los períodos electorales). 

Si usted adora pasear de la mano con su hijo en centros comerciales, no se extrañe en el futuro, que el se convierta en un adulto resentido por no poseer tantos bienes finitos. Pero si usted, puede inspirar en que el tenga aprecio a los bienes infinitos – generosidad, solidaridad, espiritualidad- el se convertirá e una persona feliz, y cuando sea adulto, será su compañero de amistad, y no el eterno hijo problema que le cause tanta aflicción. 

Saber educar es amar. 

Mauricio Iraheta Olivo

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