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Capitalismo visiones y realidades


Parafraseando al Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, los más recientes siglos de la historia latinoamericana y caribeña bien podrían definirse como quinientos “años de soledad, de amarguras sin cuento, de injusticias, violencia y dolor”. Sin ánimo de ser exhaustivo y sin orden de prelación, así lo demuestra hoy en tan solo décadas el capitalismo:

1. Crece la emisión de carbono contaminante: responsable del efecto invernadero, el dióxido de carbono ha subido un 41% desde 1990 al día de hoy. De continuar con esta escala se pronostica un aumento de temperaturas de 5 o 6 grados de aquí al 2100.

2. Crecen los refugiados climáticos: tal como lo señala el portal de las Naciones Unidas, son millones las personas que se ven obligadas a abandonar sus hogares por el calentamiento global. “¿Cuál es el miedo que va tomando cuerpo en el Norte rico y contaminante pero también en las megalópolis industriales del Sur (en China, India, Brasil o México)? Sencillamente, que si no se hace algo relevante ya, crece la amenaza de nuevas guerras y crisis contra la mayoría de la humanidad que se está quedando sin tierra, sin bosques, sin posibilidades de vivir decentemente en sus hogares. Donde naturalmente, el “riesgo” migratorio puede incrementarse más, por cuanto emigrar es una de las primeras estrategias que ha usado la humanidad durante la historia cuando se han modificado radicalmente las condiciones climáticas.

3. Crece el gasto militar de Estados Unidos y sus objetivos de dominación: el Senado norteamericano aprobó la friolera suma de 636 mil millones de dólares para el presupuesto militar del 2010. De este total, cerca de 130 mil millones están destinados a las invasiones en Afganistán. Crecen la red de radares espías (Echelon) y las Fuerzas de Operaciones Especiales (FOE). Donde su principal objetivo son los recursos naturales y yacimientos energéticos del Sur.

4. Con el capitalismo, crece la escasez de agua en el mundo: “Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en la actualidad, de los 6 250 millones de habitantes, 1 100 millones -el 20 por ciento de la población mundial- no tienen acceso al agua potable y 2.400 millones carecen de un saneamiento adecuado. Las páginas más negras del informe dan cuenta de que cinco millones de personas -la mayoría, niños- mueren cada año por beber agua contaminada.” (Cubadebate, 17/01/2011).

5. Crece la cantidad de niños que cada año fallecen por falta de una adecuada sanitarización. El 38% de la población mundial, es decir 2.600 millones de personas, aún no tienen resuelto el problema diario de la evacuación de los excrementos. Cada año, más de un millón y medio de niños pequeños pierden la vida a causa de infecciones diarreicas. (Maggie Black, Le Monde Diplomatique, edición Cono Sur, enero 2010). Donde niños y niñas que aunque logren revertir su situación actual, difícilmente puedan superar las huellas insalvables que la desnutrición infantil deja en el organismo del ser humano y que seguramente morirán sin saber siquiera porqué se mueren.

6. Crece el hambre, la pobreza, la desnutrición y el raquitismo, ¿sabrán algo estos pequeños seres de la euforia de algunos economistas o analistas políticos y sus medios de comunicación cuando hablan del fin de la crisis financiera? ¿Cuando comienza el tiempo del juego socializado, del aprendizaje sistematizado? ¿cuando deberían continuar los momentos de la caricia, el amor y la risa? Más de 200 millones de niños ya ni sienten el ruido de sus panzas reclamándoles un poco de comida. Mientras tanto el capital se reinventa para evitar morir de desnutrición –para lo cual aún le falta bastante-. Recomposición territorial, carrera armamentística, despliegue del poderío militar, apropiación de recursos energéticos, instalación de bases nucleares, guerra del opio, es la forma que encuentra el poder para que el capital y su acumulación no caigan en el raquitismo.

7. Crecen las pandemias y las epidemias. Crece el desempleo y la desindustrialización. los asalariados sin trabajo, los que pueden perderlo, los pensionistas que ven menguada su pensión, las mujeres que cobran menos que los hombres por el mismo trabajo, las mujeres que no logran empleo, los inmigrantes regulares convertidos en parados, los inmigrantes “sin papeles” y sin esperanza, los jóvenes sin empleo o con uno de porquería que no les permite planificar su vida, los ahorradores modestos y medianos que no saben si recuperarán sus ahorros, los pequeños empresarios que se ahogan sin créditos, los campesinos aplastados por las multinacionales agrícolas, los marginados sin derechos, los hambrientos, los enfermos de sida abandonados a su suerte, los empobrecidos que aumentan y son más pobres. No había dinero para combatir el sida, ni para reducir el hambre, pero sí para quienes especulando y mintiendo han contado con el capital necesario para que el banco o la empresa automotriz no deje de percibir sus ganancias.

El presidente Roosevelt dijo en 1937 que “siempre hemos sabido que el interés egoísta e irresponsable era malo desde el punto de vista moral, pero ahora sabemos que es malo desde el punto de vista económico”. Hace medio siglo. Hoy se ha demostrado de nuevo.

Como denuncio el Nobel Stiglitz, hasta ahora la inyección de liquidez en bancos y corporaciones financieras “ha realizado una recapitalización bancaria que no produce la reactivación del crédito, algo que no es bueno para la economía”. Ya es hora de rescatar a los ciudadanos, verdaderas víctimas, no a los banqueros. Pues el rescate ha sido indecente privatización de beneficios y socialización de millonarias pérdidas. Ayuda para los culpables, no para las víctimas. ¿Qué tal si pensamos en las víctimas sin tapujos ni recortes? ¿Qué tal pelear para que haya más justicia social? ¿Es esa la voluntad interior de los que se reúnen en Washington?

El Estado ha de intervenir con todo su poder, han dicho. Y otro Nobel de economía, Krugman., remacha: “Necesitamos con urgencia un programa de aumento del gasto público para fomentar la producción y el empleo”. Y contra las críticas neoliberales que surgirán, Krugman recuerda que “los manuales clásicos de economía dicen que está bien, que es apropiado incurrir en déficits temporales en una economía deprimida”.

El ciego mercado omnipresente nos ha conducido a un callejón sin salida y ha costado miles de millones de dólares, además de crear mucha mayor incertidumbre, sufrimiento, angustia y dolor a cientos, a miles de millones de habitantes del planeta.

Habrá que estar al tanto de que no ocurra como ironiza el humorista El Roto en el diario El País de España: Un enorme transatlántico atracado con un pintor sobre un andamiaje exterior. Nombre del barco: “Nuevo capitalismo”. El pintor dice mientras pinta solitario el enorme casco: ‘Una manita de pintura y como nuevo’.

Mauricio Iraheta Olivo

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