Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Centroamérica: 188 años de servidumbre y dependencia económica

La independencia Centroamericana, como la historia entera de nuestros pueblos, es un hecho ambiguo y de difícil interpretación porque, una vez más, las ideas enmascaran a la realidad en lugar de desnudarla y expresarla. Los grupos y clases que realizaron esta independencia en la América del Centro pertenecían a la aristocracia feudal nativa; los mismos que en nuestros días se convierten en banqueros, mineros, industriales y empresarios de distinto signo. Los dueños del país antiguo y del moderno, los ricos de ayer y los ricos de hoy que no palpitaron en destruir la democracia hasta cuando la democracia se tornó en contra suyo; plagando así de miserias en nombre de la libertad izaron su bandera e instalaron dictaduras terroristas que han masacrado y oprimido al pueblo inerme, ofreciendo ese doble significado: disgregación del cuerpo muerto del imperio y nacimiento de una pluralidad de nuevos estados.

Sin duda, el lenguaje de aquella época era “moderno”, eco de los revolucionarios franceses y, sobretodo, de las ideas de la Independencia norteamericana. Una lucha, que tendía a liberar a los “criollos” de la momificada burocracia Centroamericana aunque, en realidad su fondo, no proponía cambiar la estructura social y económica de las colonias.

Podemos constatar como desde aquellos años hasta lo que va del presente siglo, que profundas crisis de carácter político-social han conmovido a Centroamérica. En todas ellas los gobiernos de turno han logrado cercenar las aspiraciones del pueblo y encaminar la política económica a favor del sistema de poder tradicional sobre una ruta de atraso y dependencia, divorciándose absolutamente del interés social. Y es que tras nuestra historia, se revela el fantasma de la hegemonía Estadounidense acechándonos constantemente para fomentar esa relación de subordinación y dependencia que desde finales del siglo XIX y a lo largo del XX, ha gangrenado y flagelado la historia de las “Federaciones Centroamericanas”. Las crisis económicas, las dictaduras militares, los golpes de estado, los conflictos armados, las masacres indígenas -masacre del 32, Sumpul y Mozote en El Salvador, masacre de Cakchiqueles, Kekchís, Quiches e Ixiles en Guatemala- todos estos acontecimientos han sido llevados de la mano por parte de modelos económicos implementados –agro exportador (1932-1944), sustitución de importaciones (1959- 1970) y neoliberal vigente hasta la fecha- que no han mejorado sustancialmente la situación económica y social de las grandes mayorías.

Nuestra Centroamérica no cuenta con grandes yacimientos de petróleo, gas, hierro o coltán, como algunos países de América del Sur y África. Sin embargo, por ello no se ha visto ajena de la violencia, explotación y opresión hacia su riqueza principal “el ser humano”. Donde, gracias a esa visión por parte de los Estados Unidos vista “desde el espejo retrovisor” y su imposible dialogo que –solo hablan con nosotros el lenguaje de la fuerza o el de los negocios laissez-faire- ha devastado la vida y aspiraciones de cientos de miles de personas. En vez de reconocer que la “libertad económica” impuesta ha conducido y engendrado nada más que pobreza, autoritarismo e inseguridad en la región. 

Es así, como encontramos esta última centuria cuajada de presidentes Centroamericanos “electos” por la casa blanca, de pro-cónsules yanquis, de tratados de “reciprocidad”, sus monopolios, trusts de deudas impuestas, de intervenciones “multinacionales” y de organismos estructurados a partir de los intereses geopolíticos y geoeconómicos de los círculos de poder estadounidense. Ejecutando así sin el menor escrúpulo sus doctrinas para justificar ese buen vecino, buen socio, alianza para el progreso, seguridad nacional, contrainsurgencia, contención del comunismo, promoción de la “democracia” y “los derechos humano”, “libre comercio”, antiterrorismo. Términos que no son otra cosa que la expresión solapada o cínica de su pretensión de dominio sobre una región considerada como su traspatio.

Y que los de hoy sean fruto del hambre, del desempleo, del exilio, de la pobreza, de la indigencia, de la marginalidad, de la degradación socio ambiental o de la sistemática e “invisible” represión de que son objeto las justas demandas populares, sólo parecen ser evidencias del carácter estructuralmente genocida y etnocida que ha tenido y tiene el capitalismo deformado y dependiente reinante en Centroamérica, el mismo de factura neoliberal –bajo la presión del gobierno de los EEUU, FMI y BM- y con el fin de mantener las buenas relaciones, las naciones Centroamericanas han permitido privatizaciones o expropiaciones por parte de transnacionales, imposiciones de Tratados de Libre Comercio y estados pro-burguesías que han contribuido a las pérdidas de soberanía monetaria y cambiaria por la dolarización. En definitiva, tales políticas han demostrado ser desastrosas para la América del Centro.

Y si durante todo el siglo XX, los Estados Unidos manejó a su antojo sus vínculos con América Central, el XXI comienza con un poderío aún más incontrastable. No sólo seguirá queriendo producir riqueza, sino también seguir consolidando poder, control, y la capacidad por controlar en dónde quieren ver situados a los demás países, aquí o allá, con un gobierno o con otro, -queriendo "evangelizar" con un sistema económico que les ha ido mal, que les ha destruido y expoliado bastante- para colocar sus capitales en los países pobres a fin de incrementar sus ganancias y así, con la miseria ajena deprimir las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores en los países Centroamericanos.

Por ello, siguen siendo tiempos de una globalización neoliberal galopante en los que nuestros estados “neo-coloniales” sufren un proceso de desmantelamiento y donde la región está abocada a la anexión total del “credo” fundamental de mercados libres. Con su perseverante tendencia a globalizar no solo la economía, sino también, las ciencias, la cultura, las comunicaciones, y la insistencia a que exista un libre movimiento de todos los factores de producción -dinero y bienes- sin restricción alguna por todo el mundo mas no así, la mano de obra, por ser un factor de la producción que no ha instaurado el libre movimiento.

Por ello y mas, son muchos los hijos Centroamericanos que por no seguir refugiándose y viviendo en el limbo de la economía informal –mundo sin derechos reconocidos- donde no logran contar con ese mínimum vital –lo imprescindible e indispensable para la vida humana- avocándolos más a la opción de migrar para encontrar esa salida a la pobreza en la que se encuentran inmersos y sometidos, terminan convirtiéndose así en exportación humana nostálgica Centroamericana, “barata e indeseable” sometida, humillada, sobre-explotada, desprovista de derechos y obligados a aceptar condiciones indignas de trabajo y vida en los países de destino.

Es por eso, que Centroamérica no puede continuar muriéndose a medio vivir, porque potencialmente nuestros pueblos son riquísimos y sin embargo, son pueblos con desocupación, con hambre, con incultura, con miseria moral y miseria fisiológica. Los pueblos de América del Centro no tienen otra posibilidad que luchar, cada uno de acuerdo a su realidad, pero luchar. ¿Luchar para qué? Para conquistar su independencia económica y ser pueblos auténticamente libres en lo político también. Algún día, América Central tendrá una voz regional, una voz de pueblo unido, una voz que sea respetada y oída, cuando llegue ese día, será la voz del pueblo dueño de su propio destino.

Mauricio Iraheta Olivo

No hay comentarios :

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...