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Ecología mental



Tan importante como la ecología social y ambiental es la ecología mental. La ecología mental tiene abierta la mente y con aquello que esta dentro de la mente. Porque muchas visiones del mundo, muchos valores y antivalores, muchos pre-conceptos y gran parte de nuestra agresión contra la naturaleza y descuidos nace de dentro de nuestra mente. Porque tenemos una mente distorsionada por hábitos culturales y por vicios propios de aquellas regiones que tienen una relación con la naturaleza que no salvaguarda la biodiversidad, que no protege los seres vivos y que maltrata a la propia población manteniendo en la pobreza y dolor. 

Todo eso nace dentro del ser humano. Entonces lo que necesitamos y que es la palabra llave de la ecología mental es: “Tener nuevas mentes y nuevos corazones”. Esta es una tarea difícil, el propio Einstein decía: “Qué es más fácil desintegrar un átomo que sacar un preconcepto de la cabeza de una persona”. Pero nosotros tenemos que hacerlo. Entonces hay dos tareas básicas: uno es remover los obstáculos para remontar a nuestra mente. Y dos es colocar otras placas de orientación para que sigamos el camino ecológicamente correcto. 

Pero dentro de las primeras dificultades que debemos lograr vencer es: “nuestra indiferencia”. Muchos imaginamos que podemos dejar correr las cosas tal como son porque la propia tierra es rica y suficientemente abundante para resolver sus problemas. Eso es lo peor que nos puede pasar, porque si dejáramos la tierra en la situación degradable en que ella está sería un proceso altamente caótico. Entonces vamos efectivamente en la dirección de una tragedia colectiva de vidas humanas, especies y del propio equilibrio que permite la co-evolución y la co-existencia de todos los seres vivos. Por ello tenemos que tomar conciencia, acompañar la discusión mundial y cambiar nuestros hábitos. 

El segundo gran obstáculo es: “el consumismo”. Nosotros estamos acostumbrados a consumir de forma individualista y nada solidario, imaginando que la tierra es ilimitada. Sin embargo debemos cambiar nuestro hábito y consumir de forma racional y solidaria, pensando no solo en nosotros sino que en toda la humanidad. Porque actualmente son más de 1400 millones pasando hambre y un billón 200 millones de personas que son obesas y que comen de más. 

El tercer obstáculo y algo que mencionaba en artículos anteriores es: “la falta de cuidado”. Nosotros no cuidamos de los equilibrios de la propia naturaleza, no cuidamos de nuestra basura en casa, no cuidamos del aire que respiramos, de los suelos que pisamos y cultivamos. Todo eso esta contaminado y especialmente nuestros alimentos que gran parte son químicos, entonces debemos tener conciencia de cuidar de las cosas a través de una ética de cuidado. 

Pero algo más importante que remover obstáculos es tener nuevas pistas. Y las nuevas pistas se construyen superando lo que llamamos “Antropocentrismo”, que coloca al ser humano en el centro de todo, y si se dice que las cosas tienen algún valor es porque ellas se ordenan al servicio del ser humano. Esa visión de que el ser humano es rey y reina del universo es una idea equivocada, cuando la tierra estaba lista en su 99% es cuando surgió el ser humano. La tierra no necesito de él para elaborar su inmensa biodiversidad, no necesito del ser humano para crear esa inmensa belleza que apreciamos. El ser humano apareció como un hilo dentro de la cadena de vida, pero un hilo que tiene una singularidad; él es un “hilo ético”. Y cuando decimos ético, significa que él es un hilo responsable y si es responsable, el se da cuenta de las consecuencias de sus actos.

Entonces debemos obrar de tal forma que nuestros actos no sean destructivos con la naturaleza, que no perjudiquen las plantas, los suelos y animales. Eso es responsabilidad. 

Y para ello debemos incorporar el valor de: “la cooperación”. Hoy la economía y el mercado no tienen nada de cooperativo porque se rigen por la lógica de la competencia donde solo el más fuerte triunfa, el débil es derrotado y tragado por los otros. Cuando en realidad la ley suprema del universo es la cooperación de todos con todos. Porque todo tiene que ver con todo en todos los puntos y en todos los momentos, es decir, todos se inter-ayudan para poder co-existir, co-evoluir y convertirse en fuertes. Porque un débil más otro débil no son dos débiles es un fuerte. 

Entonces nosotros debemos ser cooperativos, cuidar de aquellos que son más débiles, integrar aquellos que están excluidos, impedir que la humanidad se separe entre aquellos que tienen todo los medios de vida y aquellos que no tienen el mínimo suficiente para sobrevivir. La familia humana tiene que mantenerse unida, no puede ser separada entre los que comen y aquellos que no comen. 

También debemos desarrollar: “la espiritualidad”. Espiritualidad es aquel conjunto de valores y significados que acompañan nuestra vida hasta nuestra muerte. Y que dan sentido a nuestra vida. Espiritualidad no es monopolio de las religiones. Espiritualidad es aquel profundo ser humano que siempre cuando mira el cielo estrellado se pregunta: ¿Quién se esconde detrás de aquellas estrellas? O cuando admira aquel niño recién nacido que nota como en sus ojos se llenan de admiración por el misterio de vida y con sus pequeños gestos pregunta: ¿De donde vengo? ¿Para donde voy? ¿Cuál es mi lugar en el conjunto de los seres? Es ahí donde surge aquello que es la espiritualidad. 

Entonces la espiritualidad es capas de ver que las cosas no están jugadas, sino que es un hilo que une, que liga y re-liga todas las cosas. Nosotros al cielo llamamos Dios. Pero aquel que esta empapado de la realidad, inteligencia y es abierto, logra sacar a ese Dios anónimo, se llena de su reverencia y se sitúa en la palma del amor de Dios. Ese Dios que sustenta el universo entero. Entonces cultivar la espiritualidad tiene como efecto: que crece nuestra generosidad, crece la cooperación, crece la capacidad de convivir con diferentes sin excluir a nadie y surge aquella serenidad, que nos hace acoger la vida tal y como ella es con sus altos y bajos, y así poder escoger la propia muerte como una gran invención de vida. Para que la vida logre pasar a otro nivel y continúe floreciendo. 

Todo eso hace la ecología mental que tiene como palabra clave: “cambiar nuestra mente y nuestro corazón”. Tal vez una palabra bíblica nos inspire, Dios dice: “Hagan una alianza con ustedes, invoquen el cielo y la tierra, busquen la vida para vivir ustedes y todos sus descendientes, no busquen la muerte sino que escojan una vida”. Por ello, si nosotros escogemos la vida haremos que ella se reproduzca, sea fuerte y continúe fuerte sobre nuestro planeta.            

Mauricio Iraheta Olivo     


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