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El rostro de un año nuevo


Año tras año, la campaña publicitaria navideña comienza antes, con más de un mes de antelación a la llegada de las fiestas navideñas, donde las empresas invierten un gran presupuesto en publicidad para recordarnos nuestro papel de consumidores. En navidad, los mensajes publicitarios van empapados de sentimientos entrañables en defensa de valores familiares y de elogio de la solidaridad. Donde, cada vez mas estamos generando una sociedad en la que no regalar supone no apreciar a los demás, mientras que no recibir regalos nos hace simplemente infelices. 

Por eso quiero desear este próximo año nuevo en que, si Dios lo permite, todos los niños, al encender la TV, reciban un baño de Mozart y Chopin; entiendan la diferencia entre impresionistas y expresionistas; vean espectáculos que reconstituyan la guerra y masacres en el Ixcan y Mozote; y que se duerman después de rezar sus oraciones. 

Quiero un Año Nuevo en el que, en el campo, todos tengan su pedazo de tierra, abonada con el bendito brote del maíz, y un techo bajo el cual haya un fogón con ollas llenas, se saboree la frijoleada y el jocote tronador. 

Feliz año nuevo a los huérfanos de Dios y de esperanzas a los mendigos que tienen vergüenza de pedir, a los caballeros de la noche y a las damas que nunca probaron la leche que llevan en sus senos. 

Feliz navidad y nuevo año a quien se niega a ser tan viejo que ambiciona tener todo nuevo: cuerpo, carro y amor; vivir es gracia para quien acaricia sus arrugas y entrega su amor y cariño sin recelos, y para quien se cuida en el mirar y, si tropieza, no cae en el abismo de la envidia ni se pierde en oscuridades donde el pavor es apenas el eco de sus propios temores. 

Sean muy felices los viejos que no se disfrazan de jóvenes y los jóvenes que superan la vejez precoz, y para las mujeres que se matan de amor y de dolor por quien no lo merece, y que en el espejo se descubren tan bellas por fuera cuanto se saben por dentro. 

Tengan un feliz año y navidad todos los que saben ser gordos y felices, endeudados y alegres, privados de caricias pero llenos en sus ansias de fortunas venideras. Los hombres ridículamente adornados; aquellos que nada temen, excepto la mirada suplicante del hijo y la sonrisa irónica de las mujeres que no los quieren. 

Feliz navidad y año nuevo para quien colecciona utopías, quien hace de sus manos arado y riega con su propia sangre las semillas que cultiva. 

Que sea una feliz navidad y año nuevo, para quienes no se ostentan en el gallinero de la propia vanidad, los que tratan la muerte con extrañeza y saltan con el niño que los habita. Y economicen palabras y siembran fragancias en las veredas de los sentimientos. 

Una navidad y un año nuevo muy feliz para todos los que juramos secuestrar los vicios que cargamos, y no pagar el rescate de la dependencia; donde el futuro nos encontrará delgados por comer menos, sanos por fumar oxigeno y solidarios por compartir dones y bienes. 

Que tengan una navidad y un feliz año los que exorcizan las tristezas ajenas a través de su amistad, liturgia del cariño y bienestar del amor; porque a través de ello siembran y fertilizan a su raza con semillas color esperanza, enseñando que no hay dolor que dure para siempre y que el verdadero amor perdura. 

Un Feliz Año Nuevo a las parejas entregadas al arte de amar, al hogar que exhala el perfume de unidad, y a la familia tan entretenida en el diálogo que ni se de cuenta que el televisor es un aparato mudo y ciego en un rincón de la sala. 

Deseo un Año Nuevo en el que los sueños libertarios sean tan fuertes que los jóvenes, con el corazón latiendo de ideales, no recurran a la química de las drogas, no teman al futuro ni se expresen en dialectos ininteligibles. Que todos ellos se sientan viciados de utopía.

Espero un Año Nuevo en el que cada uno de nosotros evite alimentar rencores en los pliegues del corazón y lave las paredes de la memoria de iras y maledicencias; que no pleitee con el tiempo ni señale la velocidad de la vida por los latidos cardíacos. 

Un Año Nuevo para saborear la brevedad de la existencia como si ella fuera perenne, en compañía de orfebres de encantos, cuyos dedos hábiles incrustan en la rutina de los días joyas tiernas y eternas.

Quiero un Año Nuevo en que a cada uno le sea asegurado el derecho al trabajo, la honra de un salario digno, a condiciones humanas de vida, a las potencialidades de su profesión y a la alegría de la vocación. Un nuevo año capaz de saciar nuestra hambre de pan y de belleza.

Ruego por un Año Nuevo en el que la policía sea conocida por las vidas que protege y no por los asesinatos que comete; en que los presos sean reeducados para la vida social; y en que los pobres consigan reponer en los ojos de la Justicia el marchamo de ceguera que le concede exención.

Un Año Nuevo sin políticos mentirosos, ni autoridades arrogantes, ni funcionarios corruptos, ni aduladores de toda especie. Libre de arrebatos infantiles, que la política sea la multiplicación de los panes sin milagros, deber de unos y derecho de todos.

Espero un Año Nuevo en que las ciudades vuelvan a tener plazas arborizadas; las plazas, bancos acogedores; los bancos, ciudadanos entregados al sano ocio de contemplar la naturaleza, oír en silencio la voz de Dios y festejar con los amigos las menudencias de la vida: un abanico de memorias, un juego de cartas, la risa motivada por alguien que destaca como el mejor contador de chistes.

Deseo un Año Nuevo en el que el marido no humille a la mujer en casa; la profesora de civismo no tire papeles en el suelo; los niños cedan su asiento a los más viejos; y la distancia entre lo público y lo privado sea salvada por el puente de la coherencia.

Quiero un Año Nuevo de libros saboreados como palomitas de maíz, el cuerpo menos entorpecido por grasas, la mente libre de estrés, el espíritu matriculado en una escuela de baile, al son de los misterios más profundos. 

Deseo un Año Nuevo en el que el gobierno evite que nuestro pueblo sea afectado por la crisis del capitalismo, libere a la población del pesado tributo de la degradación social, y acoja en su regazo a millones de niños precozmente condenados al trabajo, sin otra fantasía más que el miedo a la muerte.

Espero un Año Nuevo cuyo principal acontecimiento sea la inauguración del Salón de la Persona, en donde se presenten alternativas para que nunca más un ser humano se sienta amenazado por la miseria o privado del pan, de la paz y del descanso.

Un Año Nuevo en el que la competitividad ceda su lugar a la solidaridad, la acumulación al compartir, la ambición a la meditación, la agresión al respeto, la idolatría por dinero al espíritu de las bienaventuranzas.

Aspiro a un Año Nuevo de pájaros dirigidos por la aurora, ríos desnudados por la transparencia de las aguas, pulmones exultantes de aire puro y mesa llena de alimentos incontaminados.

Ruego por un Año Nuevo que nunca se vuelva viejo, así como la Ceiba que nos da sombra, la filosofía de los griegos, la luz del sol, la sabiduría de Job, el esplendor de las montañas de los Andes, la música gregoriana y el plumaje del Quetzal.

Un año tan nuevo que nos dé la impresión de que todo renace: el día, la exuberancia del mar, la esperanza y nuestra capacidad de amar. 

Deseo un feliz año nuevo, para aquellos que se encuentran lejos de su familia, los que buscaron suerte en algún país del extranjero, a los que luchan por una enfermedad crónica en el hospital, a los privados de libertad en las cárceles, al anciano abandonado por su hijo en el asilo, al niño de guerra, al secuestrado, al sin tierra y al sin trabajo.

Ruego por un nuevo año donde las personas ya no se colmen de bienes materiales y donde las relaciones sociales sean más humanas que virtuales.

Feliz Año Nuevo, sobretodo para ti mi querido amigo para que tu pensar se vuelva actuar, y para que el sentir de tu corazón se vuelva como el aroma de la rosa, y nos invite a compartir.

Mauricio Iraheta Olivo.

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