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Un nuevo año

Deseo un Feliz Año Nuevo en que, si Dios lo permite, todos los niños, al encender la TV, reciban un baño de Mozart y Chopin; entiendan la diferencia entre impresionistas y expresionistas; vean espectáculos que reconstituyan la guerra y masacres en el Ixcan y Mozote; y que se duerman después de rezar sus oraciones.

Quiero un Año Nuevo en el que, en el campo, todos tengan su pedazo de tierra, donde broten naranjas y lechugas, y las garzas revoloteen entre las vacas lecheras. En la ciudad un techo bajo el cual haya un fogón con ollas llenas, la sala alfombrada con telas coloridas.

Espero un Año Nuevo en el que las iglesias abran sus puertas al silencio del corazón, el órgano susurre el canto de los ángeles, la Biblia sea repartida como pan. La fe, mano a mano con la justicia, consiga que el cielo deje de fijar la mirada de aquellos a los que les es negada la felicidad en esta tierra.

Un Feliz Año Nuevo con parejas entregadas al arte de amar, el hogar exhalando el perfume, la familia tan entretenida en el diálogo que ni se da cuenta de que el televisor es un aparato mudo y ciego en un rincón de la sala..

Deseo un Año Nuevo en el que los sueños libertarios sean tan fuertes que los jóvenes, con el corazón latiendo de ideales, no recurran a la química de las drogas, no teman al futuro ni se expresen en dialectos ininteligibles. Que todos ellos se sientan viciados de utopía.

Espero un Año Nuevo en el que cada uno de nosotros evite alimentar rencores en los pliegues del corazón y lave las paredes de la memoria de iras y maledicencias; que no pleitee con el tiempo ni señale la velocidad de la vida por los latidos cardíacos.

Un Año Nuevo para saborear la brevedad de la existencia como si ella fuera perenne, en compañía de orfebres de encantos, cuyos dedos hábiles incrustan en la rutina de los días joyas tiernas y eternas.

Quiero un Año Nuevo en que a cada uno le sea asegurado el derecho al trabajo, a la honra de un salario digno, a condiciones humanas de vida, a las potencialidades de su profesión y a la alegría de la vocación. Un nuevo año capaz de saciar nuestra hambre de pan y de belleza.

Ruego por un Año Nuevo en el que la policía sea conocida por las vidas que protege y no por los asesinatos que comete; en que los presos sean reeducados para la vida social; y en que los pobres consigan reponer en los ojos de la Justicia el marchamo de ceguera que le concede exención.

Un Año Nuevo sin políticos mentirosos, ni autoridades arrogantes, ni funcionarios corruptos, ni aduladores de toda especie. Libre de arrebatos infantiles, que la política sea la multiplicación de los panes sin milagros, deber de unos y derecho de todos.

Espero un Año Nuevo en que las ciudades vuelvan a tener plazas arborizadas; las plazas, bancos acogedores; los bancos, ciudadanos entregados al sano ocio de contemplar la naturaleza, oír en silencio la voz de Dios y festejar con los amigos las menudencias de la vida: un abanico de memorias, un juego de cartas, la risa motivada por alguien que destaca como el mejor contador de chistes.

Deseo un Año Nuevo en el que el líder de los derechos humanos no humille a la mujer en casa; la profesora de Civismo no tire papeles en el suelo; los niños dejen su asiento a los más viejos; y la distancia entre lo público y lo privado sea salvada por el puente de la coherencia.

Quiero un Año Nuevo de libros saboreados como palomitas de maíz, el cuerpo menos entorpecido por grasas, la mente libre de estrés, el espíritu matriculado en una escuela de baile, al son de los misterios más profundos.

Deseo un Año Nuevo en el que el gobierno evite que nuestro pueblo sea afectado por la crisis del capitalismo, libere a la población del pesado tributo de la degradación social, y acoja en su regazo a millones de niños precozmente condenados al trabajo, sin otra fantasía más que el miedo a la muerte.

Espero un Año Nuevo cuyo principal acontecimiento sea la inauguración del Salón de la Persona, en donde se presenten alternativas para que nunca más un ser humano se sienta amenazado por la miseria o privado del pan, de la paz y del descanso.

Un Año Nuevo en el que la competitividad ceda su lugar a la solidaridad, la acumulación al compartir, la ambición a la meditación, la agresión al respeto, la idolatría por dinero al espíritu de las bienaventuranzas.

Aspiro a un Año Nuevo de pájaros dirigidos por la aurora, ríos desnudados por la transparencia de las aguas, pulmones exultantes de aire puro y mesa llena de alimentos incontaminados.

Ruego por un Año Nuevo que nunca se vuelva viejo, así como la Ceiba que nos da sombra, la filosofía de los griegos, la luz del sol, la sabiduría de Job, el esplendor de las montañas de los Andes, la música gregoriana, el plumaje del Quetzal.

Un año tan nuevo que nos dé la impresión de que todo renace: el día, la exuberancia del mar, la esperanza y nuestra capacidad de amar. Excepto lo que en el pasado nos hizo menos esbeltos y buenos.

Deseo un feliz año nuevo, para aquellos que se encuentran lejos de su familia, los que buscaron suerte en algún país del extranjero, a los que luchan por una enfermedad crónica en el hospital, a los privados de libertad en las cárceles, al anciano abandonado por su hijo en el asilo, al niño de guerra, al secuestrado, al sin tierra y al sin trabajo.

Ruego por un nuevo año donde las personas ya no se colmen de bienes materiales y donde las relaciones sociales sean más humanas que virtuales.

Feliz Año Nuevo, sobretodo para ti mi querido amigo para que tu pensar se vuelva actuar, y para que el sentir de tu corazón se vuelva como el aroma de la rosa, y nos invite a compartir.

Mauricio Iraheta

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