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Arcatao: "Y sus fieles cristianos aguacateros"

Iglesia de Arcatao, Chalatenango. Foto: Mauricio Iraheta

Algo curioso circula entre salmos y abrazos de paz en la parroquía de Arcatao los días domingo. Y es que a la misa, se han acercado ciertos feligreses de los que no es usual ver en otras celebraciones de domingo y en otras parroquias de ciudad o pueblos. Quienes desde muy temprano se dieron cita a la eucaristía. Acercándose con discreción, solemnidad, y hasta con cierta serenidad a las bancas y corredores del espacio religioso. 

La celebración ha dado comienzo. Y el interés que guardan a la Palabra del misterio, es más atenta que la que prestan los mismos santos. Contemplando con su mirada impasible, fija y cristalina al crucificado. Muchos de estos cristianos han preferido omitir santigüarse, -para eludir cualquier sospecha de malagüero de sus pulgas-. Sin embargo, hay algunos de sus prójimos que los ven de reojo y hasta con cierto desdén. Y no hay mas de alguno que aflojando un mate de punta pie, expresa irrespetuosamente el: ¡ssshhhh vaya para allá!, ¡¿que esta haciendo?!, ¡salga de acá! 

Pero pese a ello, estos fieles no renuncian a su plegaria. Ya que son verdaderos fieles. ¡Fieles cristianos! Y aunque tampoco profesen comulgar y confesarse con el Padre Miguelito, son distintos a los que buscan pegarse el pecho para el perdón de sus pecados. Ya que su Fe da verdadero fruto. Porque consideran como su primer mandamiento el: "Amar y ser fiel a su prójimo".

Y es que son así. Los perrunos religiosos y cariñosos "aguacateros" de Arcatao. Los tiernos perros que se dan cita a cada eucaristía del día domingo. Donde los hay de toda apariencia, clase y tamaño. Algunos un tanto flacuchos, de caminar desviado y hasta renco; otros pequeños peludos y de salto caminar; los de orejas a medio doblar, dobladas o replegadas como radar; los de tes marrón, blanco o negro; los exoticamente atigrados, los polvosos, jiotosos y hasta de rabo misterioso.


Perro Aguacatero, Foto: Mauricio Iraheta
Muchos se preguntaran: ¿Qué hacen estos seres en misa? ¿En que meditan estos apóstoles de San Francisco de Asís? ¿Acaso buscan el perdón de sus pecados? ¿O buscan prender una vela para un milagro? Algo similar le venía a la mente al Padre jesuita esa mañana al ver tanto cuadrúpedo entre rezos y ofrendas. Sin embargo, algo curioso se vislumbra y que no han notado muchos aquella mañana. Y es que el número de caninos iguala casi al número de niños en la misa. Los cuales se encuentran a los pies de cada infante, como aguardando ese momento en que el párroco autorice el intercambio para el abrazo fraterno de paz.Y no es de extrañar, ya que es esta la razón principal de la presencia perruna en la celebración del Padre Miguelito. Pues niños de las comunidades aledañas, emprenden caminos solos para darse cita a la eucaristía de cada domingo, donde entre las veredas del campo y la milpa, figura la inseparable compañía del cómplice y amigo de aventuras: Su perro. Fiel amigo guardián y sombra. Quien a compás de entusiasmo de cola, se suma a la bienaventuranza de su paso y ahora también al de su rezo.
Mauricio Iraheta Olivo.

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