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Porto Alegre: “Una década caminando hacia un mundo posible”

En Porto Alegre (Brasil), la misma ciudad que vio nacer al Foro Social Mundial (FSM) hace diez años, celebró este pasado mes de enero un importante seminario de evaluación de los diez años del Foro Social Mundial (FSM) y debate sobre su futuro. Así como era de esperar que el internet y los grandes medios de comunicación decidieran no informar sobre este evento y, en contrapartida, nos abrumaron con tiempo y espacio los detalles sobre la reunión del Foro Económico Mundial (FEM) realizado en Davos (Suiza) donde siempre se reúnen los mismos “maestros del mundo”. No deja de ser extraño, sobre todo si tenemos en cuenta que, a lo largo de la última década, los análisis y pronósticos hechos por el FSM se han revelado mucho más certeros que los del FEM. En 2001, el neoliberalismo —las privatizaciones, el libre comercio y la desregulación económica y financiera— era para el FEM la solución definitiva a las crisis cíclicas del capitalismo y así se consideró hasta el estallido de la crisis financiera global de agosto 2008, que el FEM no previó.

Por el contrario, el FSM defendió que el neoliberalismo no era la única solución, sino que, de entre todas, era la más injusta y que las crisis que venía provocando en varios países acabarían llegando al corazón del capitalismo global, justo lo que ha pasado. Es por ello que los distintos movimientos y redes sociales regionales que se hicieron presente en el FSM, iniciaron con una Campaña Continental contra las Bases Militares extranjeras para el retiro de las bases militares en América Latina y el Caribe pertenecientes a los Estados Unidos o cualquier potencia del mundo, teniendo en cuenta el acuerdo firmado por Estados Unidos y Colombia para la instalación de 7 nuevas bases militares en este país y las 11 bases aeronavales que se instalarán en Panamá, (según el anunció que dio el gobierno de Martinelli recientemente). Se destacaron los impactos que tienen estas bases militares extranjeras, y repudiaron por ejemplo, el incremento de tropas norteamericanas en Haití después del trágico terremoto ocurrido en ese país. De parte de Argentina se denuncio la presencia de una gran base militar de la OTAN en las Islas Malvinas, de Honduras mencionaron la importancia que tuvo la base militar Soto Cano de Palmerola en el golpe militar reciente al ex presidente Zelaya, de Paraguay, se llamó la atención sobre la base que existe en Mariscal Estigarribia y a la vez también se denunció la presencia militar en Guantánamo de los Estados Unidos, que además mantienen un centro de detención donde se violan los derechos humanos. A la luz de estas exposiciones y otras más que se manifestaron, va a ser prudente tener en cuenta los diferentes temas que van a dominar en el FSM en los próximos años.

El primer tema es el de la paz y la democracia. Los análisis del FSM apuntan hacia el recrudecimiento de la militarización de los conflictos sociales, incluyendo la criminalización de los movimientos sociales y de las protestas de los ciudadanos ante el agravamiento de la crisis económica y las desigualdades, así como el resentimiento que provoca, pues sus víctimas son siempre los moralmente más honestos, socialmente más vulnerables y políticamente menos poderosos, una triple condición superpuesta en los hombros de la mayoría de la población mundial. Esta preocupación está presente en las múltiples actividades previstas para 2010, desde el II Foro Social de los Estados Unidos a los ocho foros en el mundo árabe o islámico: el I Foro Social de Iraq, el VI Foro Social Europeo (Turquía) y los foros temáticos sobre los sindicatos (Argelia), la discriminación sexual (Túnez y Jordania), los trabajadores rurales (Egipto), la paz y la educación (Palestina) y la democracia (Bangladesh). Todo esto a camino de la próxima edición del FSM unificado, que se celebrará en Dakar (Senegal) a principios de 2011.

El segundo tema es el de la crisis de civilización derivada de la insostenibilidad del modelo económico dominante. La prueba está hecha, a pesar de ser negada, una vez más erróneamente, por el FEM: el modelo económico basado en el crecimiento infinito, el uso indiscriminado de los recursos naturales, la privatización de los bienes comunes —el agua, el aire, la biodiversidad—, el consumo como definidor de un modo de ser basado en la obsesión por tener y en un estilo de vida alimentado por el abandono prematuro de los objetos indiferentemente personales, es tan injusto como insostenible y sus peligros para la supervivencia de la humanidad pronto serán irreversibles. Esto significa que el hechizo de la superioridad civilizacional con el que Occidente excluyó o destruyó a los que se cruzaban en su camino ahora se vuelve contra el hechicero. La reacción puede ser destructiva, pero también puede ser anunciadora de una nueva conciencia planetaria hecha de convergencias insospechadas entre saberes ancestrales —indígenas, campesinos, populares—, preocupaciones ambientales y éticas feministas del cuidado. El debate civilizacional va a estar en el centro del V Foro Social Panamazónico (Brasil) y del IV Foro Social de las Américas (Paraguay).

El tercer y último tema es el de los sujetos políticos que llevarán adelante las luchas por la paz, la democracia y un modelo social, cultural y económico postcapitalista. Este es el tema que obliga al FSM a reflexionar sobre sí mismo. ¿Cómo no desperdiciar la energía transformadora que generó? ¿Cómo construir alianzas transcontinentales entre movimientos y partidos políticos convergentes en agendas realistas y portadoras de nuevas hegemonías? ¿Cómo hacer que el mundo sea menos confortable para el capitalismo depredador?

Sin duda alguna, el gran desafío que se tiene por delante es pasar de las convergencias y las solidaridades simbólicas a las tangibles y al refuerzo concreto de luchas específicas. Las formas que toman las luchas reales son imprevisibles y cambiantes y la articulación de las resistencias sociales no se realiza por decreto. Se trata de un proceso dinámico, con altibajos, que requiere voluntad de trabajo común y habilitar espacios de convergencia y solidaridad que permitan la discusión mutua, crear una cultura de trabajo compartida y aprender a ver los problemas particulares desde una óptica general.

Porque para reconstruir el mundo hay que comenzar por reconstruir las sociedades. Si se trata los desafíos y grandes temas económicos mundiales se dirá que “hay que gobernar la globalización desde arriba”, desde un multilateralismo dirigido por las grandes instituciones y poderes mundiales, comprendidas las Naciones Unidas. Si se quiere reconstruir las sociedades hay que comenzar desde abajo, desde “el movimiento global de la sociedad civil”, desde la “ética en la nueva sociedad y en el poder político”, desde una “economía solidaria” y desde el rechazo de “la cultura de la discriminación, de la intolerancia y la violencia”.

El programa de Porto Alegre es una radiografía de la globalización vista desde el tercer mundo y una radiografía del tercer mundo vista desde los perdedores del tercer mundo. Además de política económica, encontramos los rasgos esenciales de la “economía política”, entendida como la situación deteriorada de los grupos sociales, a nivel nacional y mundial, como consecuencia de la gran política impuesta por los grandes poderes e instituciones internacionales. Es un programa moralizante (ética, valores, derechos humanos, solidaridad…) que asientan las bases para un plan de acción. Por ello, no es de extrañar que pocos medios de comunicación, públicos y privados en El Salvador, le dieran tan escasa atención a este decimo encuentro del FSM, y que haya que buscar información en diarios extranjeros.

Lo nuevo, lo positivo de Porto Alegre en estos diez años, es que desde el primer FSM que inicio como una larga marcha hacia lo desconocido, sin saber bien hacia dónde camina, pero que en estos años encontró hacia dónde no quiere ir. Revelando, desde la periferia del mundo pobre, que aún existen millones de personas vivas. Que opinan que si puede haber alternativas mejores que creen más justicia entre los pueblos, mayor solidaridad, mejor distribución de la riqueza y mayores ganas de vivir en paz. Y donde, la esperanza del mundo de los desposeídos, de los marginados de la historia, cuenta aún con una caravana de gente dispuesta a defenderlo. Donde para algunos puede parecer que no es mucho, porque las esperanzas se marchitan con facilidad, pero tampoco es poco, cuando se profetiza que ya estaba muerta.

Mauricio Iraheta Olivo

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