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Nuestras Mujeres

Mujeres de la aldea "La Puúc", Chicamán Quiche. Foto: Mauricio Iraheta Olivo

Cada 8 de marzo se celebra a nivel internacional el "Día de la Mujer", sin embargo habría mejor que  conmemorarlo, debido a que los dos verbos tienen diferentes significados, aunque con frecuencia son empleados como sinónimos. Celebrar es emplear alguna ceremonia, destacar, volver célebre, de donde se deriva el término celebridad. Conmemorar es hacer memoria, rescatar el pasado, actualizar recuerdos. ¿De qué mujeres hablamos en esta fecha? ¿De la empleada doméstica tratada como pariente por la familia para camuflar la omisión de sus derechos laborales, la falta de unas obligaciones convenidas, de descanso regulado y de salario digno?

¿Es también el día de las niñeras a quienes les es negado el derecho a estudiar, a promocionarse profesionalmente, y se les exige cuidado y afecto para con los bebés de la familia? ¿Quién se acuerda de las mujeres jefas de familia, dejadas a la deriva por sus maridos, obligadas a doble jornada de trabajo para poder educar a sus hijos? ¿O aquellas mujeres amas de casa que cumplen mas de 12 horas de trabajo y que el marido les aqueja diciendo "vos no haces nada mas que estar en la casa"?

Y es que el problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres. Actualmente las mujeres son la mitad de los corazones en esta humanidad. La otra mitad son hijos de mujeres. Sin embargo millones de ellas siguen sometidas al machismo irreverente, con prohibición de manejar autos en algunos países árabes, obligadas a soportar la poligamia en clanes africanos, forzadas a la infibulación (castración femenina) en ciertas culturas fundamentalistas, y menospreciadas al nacer en la China patriarcal.

Pobre Occidente que, desde lo alto de su arrogancia, mira tales prácticas como si aquí las mujeres hubiesen alcanzado su emancipación. Es verdad que se ha multiplicado el número de mujeres que son y han sido jefas de Estado o de Gobierno, como Dilma Rousseff (Brasil), Cristina Kirchner (Argentina), Laura Chinchilla (Costa Rica), Ángela Merkel (Alemania), Tarja Halonen (Finlandia), Pratibha Patil (India), Dalia Grybauskaité (Lituania), Eveline Widmer-Schlumpf (Suiza), Ellen Johnson Sirleaf (Liberia), Sheikh Hasina (Bangladesh) y Park Chung Hee (Corea del Sur).

Pero no miremos sólo hacia lo alto. Mirémonos en las mujeres de Atenas, sugiere Chico Buarque. Ellas no tienen gustos o voluntad. / Ni defecto ni calidad; / sólo tienen miedo. / No tienen sueños, sólo tienen presagios. / Su hombre, mares, naufragios / Lindas sirenas, morenas.

Es importante mirar a nuestro alrededor como esta sociedad resalta a nuestras mujeres: mujeres como objeto sexual, mujeres como cebo de consumo, adornando autos y bebidas alcohólicas. Mujeres en la carnicería virtual de la piara internáutica y en las tapas de revistas que recubren los kioscos de periódicos, para exhibir, cual vacas en exposición pecuaria, sus atributos físicos anabolizados quirúrgicamente. 

Actualmente son millones las mujeres que tratan de curar sus frustraciones, vía medicamentos y terapias, por no adecuarse a los patrones de belleza vigentes. Mujeres rencauchadas, anoréxicas, siliconizadas, en lucha perenne contra las arrugas y las gorduras que el tiempo, implacable, imprime a sus cuerpos. Son las gatas caseras siempre listas para "el botox" y huir de la hora en que la vejez llame a la puerta, volviéndolas menos atractivas ante los ojos masculinos. Es por eso que el día en que una mujer pueda amarse con su fuerza y no con su debilidad, no para huir de sí misma sino para encontrarse, no para renunciar sino para reafirmarse, entonces el amor será la fuente de su vida y no un mortal peligro.

Sí, hay que hacer memoria de mujeres que no fueron ricas en imbecilidad ni se exhibieron en la vitrina electrónica del voyeurismo televisivo en red nacional. Me refiero a María, que exaltó a los pobres, despidió a los ricos con las manos vacías y engendró a Jesús; a Hipatia, filósofa y matemática de Alejandría; a Juana de Arco, quemada viva por desafiar a reyes y cardenales; a Teresa de Ávila, que sacó a Dios de los cielos y lo puso en el centro del corazón humano; a Juana Angélica, monja de Bahía (Brasil) que se opuso al colonialismo portugués; a Olga Benario, combatiente contra el nazifascismo; a Zilda Arns, que enseñó a decenas de países a reducir la mortalidad infantil, Rufina Amaya que nos relato su testimonio de su sobreviviencia a la masacre el mozote; y a tantas otras mujeres anónimas que, literalmente, llevan el mundo en su vientre y en sus espaldas. Y algunas ahora martires como el caso de Katya Miranda quien fue violada y asesinada a la edad de 9 años, y el de muchas niñas alrededor del mundo que han sido asesinadas por grupos militares y de exterminio desde las comunidades indigenas del Quiché (Guatemala) hasta Kandahar (Afganistan), o las miles de mujeres que son secuestradas para ser utilizadas y encarceladas en casas para el trafico sexual, muchas de las cuales son niñas y jóvenes de 10 a 25 años.

También es importante resaltar que a la tradición cristiana se le debe mucho la demonización de la mujer, comenzando por una equivocada interpretación de que fue Eva la responsable de introducir el pecado en el mundo. Así como el papa pidió perdón por haber condenado la Iglesia Católica a Galileo y a Darwin, es hora de que se aproveche una fecha como la del 8 de marzo para rehabilitar a la mujer en la Iglesia, permitiéndole el acceso al sacerdocio, al episcopado y al papado. Jesús se reveló primero como mesías a una mujer -la samaritana del pozo de Jacob-, que puede ser considerada la primera apóstola. Y fue a una mujer -Magdalena- a la que primero se le apareció Jesús resucitado. Esperemos que así como el vino en el agua hagan cambiar el color de la mente de esta institución.

Por eso es importante, que no solo desde la sociedad sino sobretodo desde nuestra familia se re-valorize y se resalte a nuestras mujeres, que son el corazón de nuestras: madres, abuelas, esposas, hermanas, hijas, primas, sirvientas domesticas, niñeras, etc. Y se deje del lado el patriarcado y el machismo predominante en el hogar, por eso es siempre bueno recordar la afirmación del papa sonriente, Juan Pablo I: "Dios es más madre que padre".

¿Qué sería de nuestro mundo sin el corazón tierno y el encanto de la mujer?

Mauricio Iraheta Olivo.

1 comentario :

  1. ufa! GRACIAS wicho por tan lindo articulo, me ha conmovido como no tenes idea!




    yo.

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