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Un simple corazón

Desde hace decenas de años, se va traduciendo en realidad lo que antes era simple intuición: El fin de la historia humana ya no es asunto de Dios, sino cosa de los seres humanos, pues hemos construido el principio de nuestra propia destrucción.

Para limitar esta capacidad de demencia, hemos inventado los derechos humanos, los de los animales, los de la naturaleza, y el concepto de la dignidad de la Tierra. Aun así, ¿cual es el resultado final y existencial de este proceso civilizatorio? Un corazón pesado. Hemos perdido la confianza en la vida y en el placer inocente de vivir. Nos exilamos de la Tierra y rompimos los lazos de fraternidad que nos unían a la naturaleza.

Lo que más teme el ser humano es a otro ser humano. Está solo con su poder-dominación. Y cuanto más poder acumula más tensa se va poniendo su cara, más profundas se hacen las arrugas, más insegura parece su mirada. No sabemos hacia dónde vamos. Y nuestro corazón se vuelve cada vez más pesado.

Son pocos los seres humanos que se preguntan ¿Cómo podemos llegar a conseguir un corazón verdaderamente leve? Empezando a vivir ya desde ahora dos valores que fundan otro principio civilizatorio: la sencillez y la humildad voluntarias. La sencillez no es la espontaneidad natural del inocente. Es fruto de la madurez humana. Surge cuando alejamos lo que separa al yo respecto del otro y de la naturaleza, o sea, la voluntad de poseer y dominar. Eliminado ese obstáculo, descubrimos que todos somos hermanos y hermanas, de la estrella y de cada ser vivo. San Francisco de Asís es el arquetipo de este modo de ser. Humildad es colocarse en el mismo suelo donde están todos los seres y percibir el mismo humus del que todos vivimos. Chuang-Tzu es el arquetipo de este valor (véase la Vía de Chuang-Tzu). Él conseguía ver el Tao tanto en el estiércol como en el príncipe. El efecto de esta visión, para estos maestros de Occidente y de Oriente, era la conquista de un corazón leve.

La práctica de un corazón leve no es altiva; su uso no es forzado. Y muchas veces no se le ve cuando se le mira, no se la oye cuando se le escucha. Carece de forma, pero de ella han nacido las formas. Carece de sonidos, pero en él se producen todos los sonidos. Carece de aroma, pero en él se forman todos los aromas. Carece de color, pero todos los colores están hechos de él. El amor, se puede mostrar para muchos como algo misterioso. Sin embargo, el ser ha nacido del no ser, y la realización ha nacido del vacío. Solo existen cinco notas musicales, pero las variaciones de esas cinco notas son tantas que están más allá de nuestro poder de escucharlas. Sólo existen cinco aromas, pero sus variantes son tantas que están más allá de nuestro poder de gustarlas. Sólo existen cinco colores, pero sus variantes son tantos que están más allá de nuestro poder de verlos.

Y en lo que respecta al Ser humano, cuando se establece el "Amor", nacen de él todas las cosas. Y muchas veces para algunos puede parecer que no es nada, pero existe, puede parecerles ausente, pero se encuentra ahí. Es por ello, que lograras tener un corazón leve si descubres el verde en los jardines de las calles y la flor que allí sonríe. Si al mirar hacia arriba ves, más allá de los edificios, la nube que pasa. Si al encontrar al pobre consigues llenar tus ojos con su presencia y verlo como a un hermano. Si haces todo esto, sabrás lo que es vivir con un corazón leve. No serás amargo ni interesado. Contigo comienza otro tipo de civilización. Y podrás dormir sin el peso de una piedra en el pecho. Por tener simplemente un corazón leve.

Mauricio Iraheta.

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