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Amor, ese desconocido


Pocos seres humanos, han logrado percibir y descubrir que en la vida cotidiana o en su experiencia laboral, familiar o de pareja, el sufrimiento es la gran escuela del aprendizaje humano. Hay cierto de verdad en la frase atribuida por Hegel: “el ser humano no aprende nada de la historia, pero aprende todo del sufrimiento”. Sin embargo, prefiero la formulación de San Agustín en sus Confesiones: “el ser humano aprende del sufrimiento, pero mucho mas del amor”.

El catalogado “amor fati” (el amor a la realidad pura y cruda) de los antiguos y retomado por Freud se impone en los días actuales en que la humanidad se ve asolada por una gran crisis en diferentes sentidos. Debemos por lo mismo a reaprender a amar de forma desinteresada e incondicional a todos los seres, especialmente a los humanos y la Tierra, respetar la diferencia y limitaciones. El amor es una fuerza cósmica que “mueve el cielo y las estrellas”, al decir de Dante. Atribuyendo que sólo quien ama, es capaz de transformar y crear. O bien como lo dice un proverbio chino Si tu ojo no se encuentran bloqueado, el resultado es la visión. Si tu mente no esta bloqueada, el resultado es la sabiduría. Si tu espíritu no esta bloqueada, el resultado es el amor”. Muchas veces somos seres analfabetos en la expresión de los sentimientos, y solemos confundir Amor con deseo, apego, pasión o fijación. Cuando en realidad Amar es ver al otro tal y como es. Y que es un sentimiento que ocurre porque ocurre. Es un acontecimiento original de la existencia en su pura gratitud. Es como la flor que florece por florecer. Y así como la actitud Zen apunta a la completa integración de la persona con la realidad que vive. El Zen busca el vacío. Pero afirma que ese vacío no es tal si no existe el sentimiento de amor.
Mauricio Iraheta Olivo. 

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