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Conversación con Sócrates


-Maestro ¿Cómo van las cosas por Grecia?, le pregunté. 

No se cuando perdimos la sabiduría, querido amigo. Hoy en día urge reencontrar la lámpara de Diógenes para proyectar luz al final del túnel. Sin embargo, por suerte en las elecciones del 17 de junio los partidos xenófobos no alcanzaron la mayoría. Y la izquierda quedó en segundo lugar, con buena representación en el parlamento. Es lamentable a lo que hemos llegado semanas antes de las elecciones, donde había colas de gente sacando dinero de los bancos y muchas de las familias almacenaban alimentos, algo muy similar a lo que ocurre en tu país cuando se da un terremoto o las predicciones de Mosies Urbina de posibles tornados. 

Sin embargo nosotros mismos nos metidos en el apuro. Somos una nación pequeña como la tuya de once millones de habitantes. Según Pitágoras, que entiende de números, Grecia no debiera haber abandonado la dracma y adoptado el euro, así como en tu país no hubieran abandonado el colón. El Reino Unido y la República Checa conservaron sus monedas y han sido menos vulnerables a la crisis. Ahora es tarde. Somos irremediablemente rehenes de los bancos. Tanto que al préstamo ahora se le llama rescate. 

En Europa y países como el tuyo asola la obsesión neoliberal por el consumismo. En los últimos veinte años disfrutamos de un patrón de vida ecológicamente nocivo y éticamente ofensivo para el resto del mundo.La gente prefiere seguridad a libertad. La xenofobia se extiende. Hoy tenemos 1 millón 400 mil inmigrantes, o sea más del 10% de nuestra población. Gente en busca de empleos que nos hacen falta a nosotros. 

Fíjate hasta qué punto hemos llegado. Nuestro sistema de salud colapsó. Faltan médicos, aparatos quirúrgicos, medicinas. El problema no son los inmigrantes, que ahora se juntan en bandas, por miedo a las agresiones. La causa de la crisis es más profunda. Si no se da un cambio de paradigma de desarrollo, Europa y el mundo no tendrán futuro. 

Sabes ayer hablé con Platón. Ya sabes cómo es, puesto que los idealistas se recubren de optimismo. Él cree que gracias a los préstamos garantizados por Alemania saldremos del agujero. 

Aris (refiriéndose a Aristóteles) es más pragmático. Él hizo notar que el problema no es sólo griego. Es global. España, Italia, Portugal, Irlanda también van camino del agujero. Los EEUU están en recesión. Y la tabla de salvación lanzada por el neoliberalismo está más que agujereada: apretarse el cinturón. Incluso parece que las medidas de austeridad hubieran sido dictadas por Antístenes (griego fundador de la cínica). En verdad lo que quieren salvar son los bancos, no las personas. Por eso iniciativas como las vistas en Rio +20 la semana pasada llenan de ilusión, pero lastimosamente no pasa a más que eso de: "pura ilusión". 

Es por ello que considero importante mi amigo, que habría que seguir el ejemplo de países como Brasil y Argentina. Ellos lograron romper con el FMI y estimularon el consumo interno, aumentando el salario mínimo, facilitando el crédito y combatiendo la inflación. 

Es lamentable que hoy el mundo depende de las finanzas. Ya no hay filosofía. Las gentes ya no quieren un sentido para sus vidas, sino sólo ganancias. Aquí en Grecia hemos cambiado el Areópago por el Banco Central Europeo. La política es ahora rehén de la economía. Y no hay quien controle a la economía, excepto el interés egoísta de acumulación privada de la riqueza. Estoy a punto de tomar la cicuta de nuevo. 

De repente mientras Sócrates contemplaba el Partenón con el atardecer de fondo. Tan pensativo y con los ojos fijos que mostraban cierta nostalgia, me atreví a preguntarle. Maestro, ¿Qué es lo que preocupa tanto? 

Luego de un espacio de silencio y con cierto suspiro me responde: “Miro esta maravilla, el Partenón”, y algo me incomoda. Las pinturas que decoraban este monumento de valor universal se encuentran ahora en el Museo Británico. Y el marido de Isabel II, el príncipe Felipe, es griego, nacido en la isla de Corfú. Quizás él podría devolvernos lo que nos pertenece.

Mauricio I. Olivo.

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