"Incluso una puerta pesada no tiene necesidad más que de una pequeña llave". La frase es de Charles Dickens. Pues bien, las palabras son una especie de llaves que abren algo en nuestra alma. Algunos teólogos y filósofos escriben palabras y frases tan complicadas que más bien nos cierran la puerta a la vida y a nuestro propio interior. Sin embargo, sólo hace falta una pequeña llave para abrir de par en par una enorme puerta. Sólo tenemos que dar con el ojo en la cerradura. En esto consiste para mí la tarea de mejorar mi escritura: en que yo, con palabras sencillas, pueda abrir la puerta a la verdadera vida. Y naturalmente, muchas veces tengo la sensación de que todavía no he encontrado la llave apropiada. Pero sé que dicha llave puede ser muy pequeña, muy poca aparente y que, sin embargo, la puerta se abra de golpe, y yo acceda a nuevos ámbitos de compresión sencillos de la vida: el ámbito de la verdad y del amor, el ámbito de mi propio interior, donde a la vez habita el mismo Dios.
Mauricio Iraheta Olivo.
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