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Diez consejos para el niño poeta

Playa San Diego, El Salvador.

EL NIÑO POETA
«El poeta es su infancia».
Y el niño siempre lo supo.
Una infancia bien soñada.
La que soñara y no tuvo.
Todo poeta es un niño
que se niega a ser adulto.
Podrán crecerle las barbas
de la ira o del orgullo.
Y caérsele a pedazos
el corazón ya maduro.
Pero conserva los ojos
deslumbradamente puros.

Wicho,

El otro día un niño me preguntó cómo había que hacer para escribir una poesía, y entonces le improvisé un reglamento de diez consejos fundamentales. Le dije: «Maritza, escuchá muy bien estos diez pasitos para nunca equivocarse y ser poeta». Si tienen hijos, nietos o sobrinos en la edad de la inocencia, pueden arrimarlos al monitor.

I.

Hay que empezar por el principio: cada oración de una poesía se llama «verso». Después de cada verso bajá un renglón. Un grupo de cuatro versos se llama «estrofa». Después de cada estrofa bajá dos renglones y suspirá como si te doliera la panza, o como si hubieras comido huevo frito de noche. 

II.

Para escribir una poesía nunca tengas el pelo demasiado limpio. Si hoy te bañaste, sentate a escribir mañana. No escribas una poesía después de ducharte porque te va a salir un cuento o un dibujo o unos renglones demasiado responsable. 

III.

Prestále atención a las sílabas, pero no a las sílabas que te enseñan en la escuela. En las poesías las vocales tienen un imán. En la frase «pasa el tren» no separes «pa-sa-el-tren». Separá «pa-sael-tren». Y ojo: cuando una vocal tiene acento pierde el imán. Por ejemplo, «ha-bí-au-na-vez». 

IV.

Con los zapatos puestos te puede salir una poesía más o menos. Si llevás solamente medias, o si tenés puestas sandalias, te puede salir una poesía muy buena. Si estás descalza te sale una poesía excelente. Pero si estás en patas sobre la grama o arena te va a salir la mejor poesía del mundo. 

V.

La poesía más fácil de inventar tiene ocho sílabas por cada verso. Por ejemplo: «Es-ta-ba-la-Ca-ta-li-na». Pero si la última palabra es aguda tiene que tener siete sílabas, no ocho, por ejemplo: «sen-ta-da-ba-joun-lau-rel». Si te acordás de esto, ya casi casi eres poeta. 

VI.

Las poesías se escriben en papeles sin renglones, con lápiz negro y con el borrador a la derecha. Nunca escribas poesía en hojas cuadriculadas, ni mucho menos en la computadora. Al que escribe poesía en la computadora dios lo castiga, y en vez de una poesía le sale una canción desastrosa. 

VII.

Una poesía es más recordable si el primer verso rima con el tercero, y el segundo rima con el cuarto. Para que dos versos rimen, tienen que ser parecidos en la penúltima sílaba, y tienen que ser igualitos en la sílaba final. Por ejemplo: «pe-lo-ta» y «Car-lo-ta» riman. Pero en cambio «pe-lo-ta» y «biz-co-chue-lo» no riman. 

VIII.

Un verdadero poeta se la pasa cazando frases de ocho sílabas en cualquier conversación. Si tu mamá te dice «¡Cuando te agarre te sampo!» tu respondéle: «Muy bien, mami, has hecho un verso de ocho sílabas poéticas». Después salí corriendo antes de que te alcance. 

IX.

Las poesías no tienen un largo determinado. Pueden tener una sola estrofa, o tres estrofas, o cincuenta estrofas, o las que tu quieras. Te das cuenta que llegaste al final de una poesía cuando escribís el último verso de una estrofa y sentís que te duele la panza en serio, que estás en patas de verdad, y que tenés el pelo enredados y más sucio que antes. 

X.

Último consejo: no empieces a escribir poesía si todavía nunca gritaste abajo del agua con los ojos abiertos. si nunca le sacaste una movida de pata a tu perro al rascarle su panza. Tampoco empieces a escribir poesía si nunca jugaste peregrina, te mordió el dedo un perico, o si nunca pusiste el dedo bajo la cera de candela y dijiste luego de pasado el quemon: «¡Ahhh! Esto es mejor que no haberse quemado nunca»

Mauricio Iraheta Olivo.




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