En un convento franciscano del Quiché hay una inscripción que me llamo mucho la atención, y que a mi forma de ver, puede indicar una manera de poder sentirnos satisfechos con nuestra propia vida: "Guárdate de codiciar todo lo que ves, de creer todo lo que oyes, de decir todo lo que sabes y de hacer todo lo que puedes". Quien desea todo lo que ve no llega nunca a sí mismo. Hace que la felicidad dependa de lo que tiene. Y siempre ve cosas nuevas que no tiene. Por consiguiente, nunca llega a estar en sintonía consigo mismo. Quien se siente en la obligación de decir todo lo que sabe se somete a una presión constante, encaminada a contribuir a la conversación añadiendo esto o lo de más allá. Y nunca llega a conocer el eco que anhela. Es precisa la actitud de darse por satisfecho con lo que el corazón le dice a uno. Entonces se verá libre de la presión de tener que decirlo todo, hacerlo todo, creerlo todo.
El Portero
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