Las muestras de amabilidad y los aspectos agradables de la vida no son las únicas razones por las que podemos sentirnos agradecidos. Cuando miro hacia atrás, me embarga una profunda gratitud incluso por los tiempos difíciles en los que me hallaba completamente desconcertado. Cuando vuelvo la vista al pasado, me doy cuenta de que mi vida no habría dado los frutos que ha dado si todo en ella hubiera ido como la seda. Entonces tal vez me habría convertido en un eterno alumno modelo, ambicioso y diligente, pero determinado tan sólo por el entendimiento y la voluntad, sin la menor hondura psíquica. Precisamente cuando recuerdo los tiempos de confusión, puedo ver, lleno de agradecimiento, que Dios me ha conducido, que él escogió lo correcto para mí, el agradecimiento significa estar de acuerdo con mi propia vida, estar en sintonía con aquello que he llegado a ser. Y significa también sentir una profunda paz interior, reconocer que todo está bien tal como está. Al mismo tiempo, sin embargo, este agradecimiento se encuentra marcado por la actitud de la humildad. Sé que no puedo estar en absoluto orgulloso de lo que he llegado a ser. También podría haber sido de otra manera. Dios me ha dejado vivir tan sólo el grado de tinieblas y de caos que yo era capaz de soportar. Nunca me ha exigido ni probado por encima de mis posibilidades.
Mauricio Iraheta.
Totalmente de acuerdo, Dios nos regala en la vida solo aquellas cosas que el sabe podemos soportar y de las cuales podemos aprender y dar frutos... =)
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