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Por el mercado

(pintura "la chola" de la artista argentina olivia castro)

Atención al Mercado,
Que es mi vida!

Atención al Mercado,
Compañeros!
 
Cuidado con herir
a los pescados!
ya a plena luna, entre las traiciones
de la red invisible, del anzuelo,
por mano de pescante pescador
fallecieron, creían
en la inmortalidad
y aquí los tienes
con escamas y vísceras, la plata con la sangre
en la balanza.

Cuidado con las aves!
No toques esas plumas
Que anhelaron el vuelo,
El vuelo
Que tú también, tu propio
Pequeño corazón se proponía.
Ahora son sagradas:
Pertenecen al polvo de la muerte y al dinero:
En esa dura paz ferruginosa
Se encontrarán de nuevo con tu vida
Alguna vez pero no vendrá nadie
A verte muerto, a pesar de tus virtudes,
No pondrán atención en tu esqueleto.

Atención al color de las naranjas,
Al esencial aroma de la menta,
A la pobre patata en su envoltorio,
Atención
A la verde
Lechuga presurosa,
Al afilado chile pimento con su venganza,
A la testicularia berenjena,
Al rábano escarlata, pero frío,
Al apio que en la música se enrosca.

Cuidado con el queso!
No vino aquí solo para venderse:
Vino a mostrar el don de su materia,
Su inocencia compacta,
El espesor materno de su geología.

Cuidado cuando llegan las castañas,
Enmaderadas lunas del estuche
Que fabrico el otoño a la castaña,
A la flor de la harina que aprisiona
En cofres de caoba invulnerable.

Atención al cuchillo del Mercado
Que no es el mismo de la ferretería:
Antes estaba ahogado
Como el pez, detenido en su paquete,
En la centena de igualdad tremenda:
Aquí en la feria brilla y canta y corta,
Vive otra vez en la salud del agua.

Pero si los frijoles
Fueron fruñidos por la madre suave
Y la naturaleza
Los suavizó como a uñas de sus dedos,
Luego los desgrano y a la abundancia
Le dio multiplicada identidad.

Porque si las gallinas
De mano a mano cruzan y aletean
No es sólo cruel la petición humana
Que en el degüello afirmará su ley,
También en los cepillos espinosos
Se agruparán las zarzas vengativas
Y como espinas picarán los clavos
Buscando a quien pudieran coronar
Con martirio execrable y religioso.

Pero ríe el tomate a todo labio.
Se abunda, se desmaya la delicia
De su carne gozosa
Y la luz vertical entra a puñales
En la desnuda prole tomatera,
Mientras la palidez de las manzanas
Compite con el río de la aurora
De donde sale el día a su galope,
A su guerra, a su amor, a sus cucharas.

No olvido a los embudos,
Ellos son el olvido del guerrero,
Son los cascos del vino,
Siempre beligerante, ronco y rojo,
Nunca por enemigos desarmado,
Sin que olvide jamás el primer paso
Que diera descendiendo
La pequeña montaña del embudo.
Aún recuerda el corazón purpúreo
El vino que baja del tonel
Como desde un volcán al suave fuego.

El Mercado, en la calle,
En el Puerto de la libertad serpentino,
Se desarrolla como un cuerpo verde
Que corre un solo día, resplandece,
Y se traga la noche
El vegetal relámpago
De las mercaderías,
La torpe y limpia ropa
De los trabajadores,
Los intrincados puestos
De incomprensibles hierros:
Los empuja carreta
Todo a la luz de un día:
Todo en la rapidez desarrollado,
Desgranado, vendido, transmitido
Y desaparecido como el humo.

Parecían eternos los repollos,
Sentados en el ruedo de su espuma
Y las peludas balas
De las indecorosas zanahorias
Defendían tal vez el absoluto.

Vino una vieja, un hombre pequeñito,
Una muchacha loca con un perro,
Un mecánico de la refinería,
La textil Micaela, Juan Ramírez,
Y con innumerables Rafaeles,
Con Marías y Pedros y Matildes,
Con Franciscos, Armandos y Rosarios,
Ramones, Belarminos,
Con los brazos del mar y con las olas,
Con la crepitación, con el estímulo
Y con el hambre del piropo
No quedaron repollos ni merluzas:
Todo se fue, se lo llevó el gentío,
Todo fue boca a boca descendido
Como si un gran tonel se derramara
Y cayó en la garganta de la vida
A convertirse en sueño y movimiento.

Termino aquí mercado. Hasta mañana.
Me llevo esta lechuga.
Mauricio Iraheta.

1 comentario :

  1. Que mundo este... es una fiesta de colores y olores. Donde juega la atención y las palabras, donde cuando lo que se termina solo es un comienzo. ¿Cuánto es lo menos por la libra?! jajaja. Has fotografiado la escena de un mercado con tus palabras Mauricio.

    Se merece un 100 este poema. Felicidades!

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