¡En la oscuridad danzo
como lámpara inocente!
¡En el remolino de las cosas
he logrado ser nadie!
¡Aleluya, la vida me está pariendo!
Abriré mil ventanas en tus ideas locas
destaparé los canales para que fluya el deseo
te acompañaré hasta la orilla del último abismo
los círculos concéntricos de mi ausencia
van llenando poco a poco tu universo.
Debajo de mis ropas ya no existe nadie,
viniendo de mí mismo huyo hacia mí mismo
atravesando la carne como si fuera un muro de piedra.
Destruir el juez que nos infecta el alma,
nube sin cielo, sombra sin árbol, beso sin labios,
comprender por fin la lascivia de lo ínfimo
Ávido de palabras que nunca caerán del cielo,
en tu ombligo incinero mi alma.
Mauricio Iraheta Olivo.
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