Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Vida de Perro

Perros ahuacateros en ciudad de San Salvador.

Sucedió en los días de verano, cuando en el jardín por donde siempre pasaba me esperaba todos los días, durante una semana, un extraño perrillo (algo poco curioso de ver en la misma universidad). En sí no tenía nada de particular. Era un perro callejero, nosotros salvadoreños diríamos -un perro ahuacatero-. Pero allí me esperaba fielmente. Y cuando pasaba, me seguía los pasos hasta que salía del jardín. Yo cruzaba el corredor, lo miraba como quien se despide, maravillado, y seguía a mi destino. Él, desaparecía. Y así me siguió de lunes a viernes. Empecé a preguntarme el por qué de algo tan raro. Me vino a la mente otra idea ligada a C. G. Jung, que en esos días yo leía con entusiasmo. Él lanza la hipótesis de arquetipos que brotan en nosotros, ancestrales, cósmicos, vegetales, animales y humanos. ¿No estaría a lo mejor ante un arquetipo ancestral que emergía en ese perro de la calle buscando a un similar que habitaba en mí?

En estos pensamientos andaba yo. Cierto día decidí poner en claro el asunto con el propio perro. De repente, giré hacia él y le pregunté en: ¿quieres ser gente? Y cual no sería mi sorpresa al ver que salía corriendo disparado. De vez en cuando paraba, me miraba, y seguía corriendo. Lo hizo tres veces hasta desaparecer.

Feliz él. Al oír el castigo que quería imponerle, invitándolo a ser gente, escapó como el diablo de la cruz. Me pareció haber escuchado como desde lejos y con su mirada me decía: “ ¿Yo dejar de ser perro y volverme gente? La vida de perro es mucho mejor, no sólo en el jardín de la universidad; en cualquier parte del mundo.'' Yo, por ejemplo, envidio a mi  perro de raza labrador. El no se angustia como yo, juega todo el día, sale a caminar al parque, contempla con su olfato cada flor y no le falta comida, médico y cariño.

Como quisiera que los niños de El Salvador tuviesen este destino de perro. Miles de ellos en el campo y en la ciudad a veces no gozan de los tres tiempos de comida, no juegan todo el día, no tienen parques donde caminar, médico ni cariño. ¿Por qué? Es una pregunta para reflexionar entre todos. Ahora puedo entender por qué el perrillo ahuacatero no quiso ser gente. Tendría que dejar el paraíso perruno e ingresar en el infierno terrenal. ¿Hasta cuando dejaremos que los perros tengan mejor suerte que nuestros niños?

Mauricio Iraheta Olivo

No hay comentarios :

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...