Enseña a tu hijo que El Salvador tiene solución y que debe crecer felíz por ser salvadoreño. Que hay en este país jueces justos aunque esta verdad suene a cacofonía.
Enseña a tu hijo que el no poseer talento deportivo o rostro y cuerpo de modelo y sentirse feo ante los patrones de belleza vigentes, no es motivo para que pierda su autoestima. La felicidad no se compra ni es un trofeo que se gana venciendo a los competidores. Ella se va tejiendo con los valores y virtudes y diseña, en nuestra existencia, un sentido por el cual vale la pena vivir y morir.
Enseña a tu hijo que El Salvador tiene fértiles tierras. No se justifica, entonces, tanta tierra sin gente y tanta gente sin tierra. Que sepa tu hijo que los campesinos, no se curvaron al yugo en los 70's y 80´s, muchos de los cuales fueron llamados de ´revoltosos` como en otros tiempos el apodo recayó sobre Gandhi sentado sobre los rieles de las ferrovias inglesas o Luther King cuando ocupó las escuelas prohibidas a los negros.
Enseña a tu hijo que los pioneros y profetas, de Jesús a Tiradentes, de Francisco de Assis a Nelson Mandela y Monseñor Romero, fueron invariablemente tratados por la élite de su tiempo, como subversivos, malechores o visionários.
Enseña a tu hijo que El Salvador es una nación trabajadora y creativa. Que millones de salvadoreños se levantan temprano todos los dias, comen por debajo de sus necesidades vitales y consumen la mayor parte de su vida en el trabajo a cambio de un salario que no les asegura siquiera el acceso a la casa propia.
Enseña a tu hijo a evitar la via expresa de la sociedad capitalista que nos intenta imponer que ser consumidor es más importante que ser un ciudadano, que ensalza a quien derrocha fortuna y da más importancia a la estética que a la ética.
Enseña a tu hijo que él no está obligado a estar de acuerdo con el desorden establecido y que será felíz si se une a aquellos que luchan por las transformaciones sociales que vuelvan a este país más justo. Entonces, él transmitirá a tu nieto el legado de tu sabiduría.
Enseña a tu hijo a votar con consciencia y jamás tener asco de la política pues quien actúa así es gobernado por aquellos que no la sienten y, si la mayoría tuviese la misma reacción, será el fin de la democracia. Que tu voto o el de él sean en pró de la justicia social y de los derechos de los salvadoreños inmerecidamente tan pobres y excluídos, por razones políticas, por los dueños de la vida.
Que tu hijo sepa escuchar el silencio, reverenciar las expresiones de la vida y dejarse amar por el Dios que lo habita.
Mauricio I. Olivo.
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