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Disponible a Dios

Ermita en Centro Loyola de San Salvador.

Hace algunos meses en el Centro Loyola de San Salvador, participe en una jornada de ejercicios espirituales de San Ignacio, dirigido por la Compañía de Jesús, y en el cual participábamos diferentes personas de la región Centroamericana. Los ejercicios consistían en permanecer cuatro semanas en completo silencio exterior y sobretodo interior, para lograr discernir y contemplar cada uno de las oraciones. Y bueno, recuerdo muy bien que una noche antes a dar comienzo a la jornada, estuve conversando con un sacerdote jesuita -gran amigo- quien me comentaba un poco de lo que hizo antes de congregarse a la Compañía de Jesús, y me decía con estas palabras; mira Mauricio yo hice prácticamente un poco de todo en la vida. Fui ateo, marxista, participe en las revolución sandinista. Pero de repente me convertí y me hice sacerdote jesuita sin salir del mundo. Dedicando el tiempo libre a la oración y a la meditación. 

Al principio cuando era joven me comentaba que tenía una forma curiosa de rezar. Pensaba "si Dios se hizo hombre en Jesús, entonces fue como nosotros: hacía pipi, lloraba pidiendo de mamar, hacía berrinches cuando algo le molestaba, como el pañal mojado". Lo que me hizo pensar, Jesús primero habría querido más a María, luego más a José, cosas que explica Freud. Y bueno a medida que fue creciendo como muchos de nuestros niños del campo, jugando con las hormigas, corriendo tras los perros y, travieso, levantando los vestidos a las niñas para verlas furiosas como imaginó Fernando Pessoa. 

El rezaba también a Nuestra Madre María imaginando cómo ella acunaba a Jesús, cómo lavaba los pañales en el río, cómo molía la masa para las tortillas y encendía la leña para las comidas del buen José. Y se alegraba interiormente con tales ideas porque las sentía y vivía como conmoción del corazón. Y me contaba como algunas veces lloraba con frecuencia de tal alegría espiritual. 

Luego decidió hacerse religioso, de la Compañía de Jesús, de esos que viven para la mayor gloria de Dios -MAGIS- entre comunidades pobres y enseñanzas en universidades y colegios Jesuitas. Continuó en el mundo. Cada lunes se reunía con sus hermanos en San Salvador. Ya luego, le asignaron una pequeña parroquia en una de las comunidades más distantes del país, donde  hacía trabajo popular. Trabajaba con los campesinos y exiliados de la guerra. Valiente, organizaba manifestaciones públicas frente a las industrias mineras que querían expropiarse de los recursos naturales y promovía manifestaciones hacia San Salvador. Y cuando los campesinos y los exiliados conseguían establecerse, hacía hermosas celebraciones ecuménicas con muchos símbolos. 

Y recuerdo muy bien que en esos días, hacia las 10 de la noche, entraba en la ermita oscura del Centro Loyola. Solamente con la lamparita lanzaba destellos titubeantes de luz. Y se quedaba allí hasta las 11, todas las noches, impasible, los ojos fijos en el crucificado. 

Un día fui a la iglesia a buscarlo. Le pregunté de sopetón: Padre ¿Usted siente a Dios cuando después de su trabajo diario se mete en la iglesia a escucharlo? ¿Él le dice algo? 

Al principio pasan algunos minutos antes de contestarme, pero luego con toda tranquilidad, como quien despierta de un sueño profundo, me contestó: Yo no siento nada. Hace mucho tiempo que no escucho su voz. La sentí un día. Era fascinante. Llenaba mis días de música. Hoy ya no escucho nada. Tal vez Dios no me hablará nunca más. Y entonces, repliqué, ¿por qué sigue, todas las noches, ahí en la oscuridad sagrada de la iglesia? Sigo ahí, respondió, porque quiero estar disponible. Si Él quiere manifestarse, salir de Su silencio y hablar, aquí estoy yo para escuchar. ¿¡Y si Él quiere hablar y yo no estoy aquí!? Porque, cada vez, él viene únicamente una sola vez, como en otros tiempos. 

Lo dejé en su plena disponibilidad. Me fui maravillado y meditabundo. Y pensé, por estos el mundo no es destruido y Dios sigue manteniendo su misericordia a pesar de la perversidad humana: porque ellos vigilan y esperan, contra toda esperanza, el adviento de Dios que tal vez nunca ocurrirá.

Mauricio Iraheta Olivo.

1 comentario :

  1. Gracias mauricio por compartir tu experiencia de Dios, pues ya ves sigue en el silencio mirandonos en nuestro estilo de vidaaa.

    la oracion en silenciooo es la necesidad de la humanidad, esto para estas alli para cuando nuestro Dios nos siga dirigiendo.

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