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Por el ojo de la cerradura


Por lo regular, reprimir las cosas no ayuda. Es verdad que cabe intentar cerrarles la puerta a los problemas, pero no sirve de nada. Goethe lo vio perfectamente; "La preocupación entra a hurtadillas por el ojo de la cerradura". No es tan fácil protegerse contra la preocupación. Puedo intentar ahuyentar con la razón las preocupaciones que me asaltan, por ejemplo, a cuenta de un viaje que haga por algunas semanas, puedo dejar marchar en el mismo viaje las preocuaciones. Pero la preocupación no se puede borrar de un plumazo tan fácilmente. Cuando creo haber dejado bien cerradas a la preocupación en las puertas de la casa de mi vida, aquélla vuelve a entrar a hurtadillas por el ojo de la cerradura. Por la noche dejo mis preocupaciones a Dios. Pero cuando me despierto por la mañana, la preocupación vuelve a estar ahí. Tal vez durante el sueño haya entrado en secreto, a hurtadillas, en mí. Tales vías de invasión u "ojos de cerradura", a través de los cuales nuestra alma es accesible y está abierta, existen. No puedo cerrarle la puerta de una vez por todas a la preocupación.

Continuamente tengo que suplicarle que abandone mi casa. Pero sé que nunca voy a librarme de ella del todo. ¿Resulta útil, tal vez, cambiar de perspectiva?

En el siguiente dístico, Goethe muestra otro punto de vista sobre la preocupación: "Ya que no quieres dejarme en mi felicidad, al menos, preocupación, dame sensatez".

Tras estas palabras se encuentra la experiencia de que la preocupación no me deja disfrutar mi felicidad. Puesto que nunca puedo llegar a expulsarla del todo de la casa de mi alma, que al menos asuma una tarea positiva en mi hogar psíquico. Que me dé sensatez. La preocupación puede enseñarme a tener buen cuidado de que mi felicidad vital no se vea destruida. Cuando la preocupación me lleva a la sensatez. Ha cumplido su tarea vital. Me recuerda continuamente que he de construir la casa de mi vida sobre un cimiento firme, no sobre arena de las ilusiones. Éste es, por lo demás, el sentido que la sensatez tiene para Jesús. El hombre sensato construye su casa sobre roca, no sobre arena. Al parecer, la preocupación era para Goethe la maestra de la sensatez. De él podemos aprender cuando las preocupaciones vuelvan a estar ante nuestra puerta..... o ya metidas de lleno en medio de nuestra casa.

Mauricio Iraheta Olivo.

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