Durante un encuentro en la Habana el pasado 5 de octubre, Mauricio Funes fue recibido por el Presidente Raúl castro durante su visita oficial a la isla. El objetivo declarado por Funes era restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba después que estas se encontraban interrumpidas desde el año 1961. Para el salvadoreño, está visita respondía a la vocación integracionista y latinoamericanista que tiene su gobierno para establecer intercambios comerciales, pero al mismo tiempo también para fortalecer su relación técnica, tecnológica, científica, cultural y deportiva de la cual el gobierno cubano ha brindado en las regiones Latinoamericanas del Sur. Sin duda alguna, pareciera otro bonito mensaje, de alguien que se desliza hacia “la izquierda” y se presenta como un ciudadano civilizado, sin “infecciones” estadounidenses y de “infecciones” de una burguesía salvadoreña blanca e imperialista que sigue latiendo y oprimiendo a muchos.
Esta maniobra de Funes consiste en atribuirle a la izquierda salvadoreña de ver “la esperanza” de lo que todavía no ha prometido. Donde la “democracia” no ha sido más que una escenificación nacional de hipocresía refinada, repleta de leyes “bonitas”, pero hechas siempre, en última instancia, por la élite dominante para que le sirva de principio a fin. Sin duda alguna, muchos actualmente no se sienten representados por el “elegido” ¿Por qué entonces suponer que la izquierda espera más de esta arca de Noé encabezada por Funes en relación a Cuba y El Salvador?
Mauricio Iraheta Olivo.
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