Muchos piensan que deberían tener cada vez más. La codicia de riquezas es algo que todos conocemos. La última instancia, es el anhelo de tener, finalmente, lo bastante para poder permitirnos lo que deseemos. Pero a menudo observamos cómo obsesiona la riqueza. No nos hace felices, sino adictos: necesitamos tener cada vez más. Henry D. Thoreau muestra un camino hacia una riqueza de otra clase: "El ser humano es tanto más rico cuantas más cosas sea capaz de dejar". Quien quiere hacer demasiado, probablemente no haga precisamente aquello que sería importante. Y no llega a sí mismo. Quien amontona demasiada carga no tarda en carecer de aire y de espacio a su alrededor. Quien piensa que ha de poseer todo cuanto ve, se carga con ello. Su casa se llenará cada vez más de cosas inútiles, de manera que, llegado el momento, ni siquiera podrá ya vivir en ella. Entonces no tendrá ni espacio para respirar. Dejar las cosas que veo, alegrarme con ellas sin querer tenerlas: he ahí el camino hacia la riqueza interior. Cuando pienso que debo tenerlo todo, vivo con el temor constante de que me pueda ser arrebatado. Las imágenes de cosas que llevo dentro de mí no puede arrebatármelas nadie.
Mauricio Iraheta Olivo.
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