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Aprender a desaprender

Se presento en la puerta de un convento un medico interesado en queres ser frayle. El superior encargo al maestro de novicios de atenderlo

― Claro doctor ― dice el maestro ― el superior le envia esta lista de preguntas. Pide que tenga la bondad de responderlas de acuerdo con sus propios conocimientos.

El joven medico, acomodado en el escritorio, trato de rellenar el cuestionario. En menos de una hora se lo devolvió al maestro. Este llevo el papel al superior y retorno quince minutos después:

― El superior reconoce que el señor demuestra un gran conocimiento y erudición. Sus respuestas son brillantes. Por eso pide que regrese al convento dentro de un año.

El medico estampo una expresión de desilusión:

― Pero, si respondi correctamente todas las preguntas – objeto - ¿Por qué regresar dentro de un año? ¿Y si hubiese dado las respuestas equivocadas, el que habría sucedido?

― El Señor te habría aceptado inmediatamente y, en la próxima semana, ya entre los novicios.

― ¿Entonce por que debo regresar dentro de un año?

― Es el plazo que el Superior considera adecuado para que el Señor pueda desaprender conocimientos inútiles.

― ¿Desaprender? – se sorprende el medico.

― Si, desaprender. Entrar en la vida espiritual es como emprender un viaje: cuanto mas pesado es el equipaje, más lentamente se cobra el recorrido, En la suya hay demasiadas cosas substantivamente inútiles.

Y el doctor partio con la promesa de regresar dentro de un año, lo que de hecho sucedió.Así como hay escuelas y cursos para aprender, debería también existir para enseñar a desaprender. ¡Cuantas importantes inutilidades valorizamos en la vida! ¡Cuantos detalles absorben nuestras preciosas energias y consumen vorazmente nuestro tiempo! ¡Cuantas horas y días perdemos con ocupaciones que en nada acrecientan a nuestras vidas; por el contrario, nos causan enfado y nos sobrecargan de preocupaciones!

Necesitamos desaprender a considerar los bienes de la naturaleza productos de uso propio, todavía que nuestro uso despilfarrador se traduzca en falta para muchos. Desaprender a valorizar un modelo de progreso que necesariamente no trae la felicidad colectiva y una economia cuya especulación supera la producción. Desaprender a mirar el mundo a partir del propio ombligo, como si lo diferente mereciese ser encarado con sospecha y prejuicios.

El desaprendizar es un arte para quien se propone cambiar de vida. En ese viaje, cuanto menos equipaje y mas levedad, sobretodo de espiritu, mejor y mas rapido se alcanza el destino. Afuera en la vida, cargamos demasiados cobros, tristezas, envidia y hasta odios, como si todo eso hiciese algún mal a otras personas sin darnos cuenta que es nada mas a nosotros mismos ese daño.

Lo que nos encanta en los niños menores de cinco años es la interrogación incesante, el interes por la novedad, el espiritu despojado. Era eso que señalo Jesus cuando alerto a Nicodemo que es necesario nacer de nuevo, sin retornar al vientre materno, y volverse niño para ingresar en el Reino de Dios.

El medico candidato a novicio comprobó ser bien informado, pero ignoraba la distinción entre cultura y sabiduría. Saber enlazar las mas celebres telas de la pintura universal, sin, siquiera, tener la noción de lo que significa y por que el artista hizo esto y no aquello. Conocía todas las enfermedades de su especialidad, sin la debida claridad de cómo se relaciona con el enfermo.

La humanidad no tendrá un futuro prometedor si no desaprende a promover guerras y a considerar la pobreza como un mero resultado de la incapacidad individual. Urge desaprender a valorizar lo superfluo como necesario y la ostentación como señal de éxito. Desaprender a perder tiempo con lo que no tiene la menor importancia y dedicarse mas en los cuidados del cuerpo que del espiritu.

La vida espiritual es un continuo desaprender de apegos y ambiciones, vanidades y presunciones. La felicidad solamente conoce una morada: El corazón humano.

Y conviene aprender: En el amor más se desaprende de lo que se aprende.

Este articulo, quiero dedicarlo con especial cariño al P. Dean Brackley quien el día de ayer 16 de octubre reposa al lado de Dios. Quien muchas veces los sábados por la tarde nos contagiaba de sus carisma en cada una de sus celebraciones en la iglesia “Jesucristo Libertador”, en la UCA. Personalmente lo conocí, y siempre admire su alegría y jovialidad en vivir cada día. Siempre Conservaba buen humor, incluso a sus hermanos jesuitas les decía que el único trauma hospitalario era el de pasar de calzoncillos a "pamper" (pañales). Su sonrisa, tanto en este comentario, como sobre todo para agradecer cualquier momento de cercanía, visitas, etc. era constante. La palabra gracias fue la más repetida en sus labios para quienes lo escucharon o visitaron. Cuenta el P. Tojeira, que cuando Eugenio (un laico muy amigo de él ) le saludó fue la única vez en todo el proceso que el Padre Dean abrió los ojos y trató de esbozar una sonrisa. El final, fue muy suave, como quien se duerme en los brazos del Padre, le llegó a las 11.15 de la mañana.

“Cuando nacemos, todos ríen y nosotros lloramos, pero cuando morimos ocurre lo contrario, y sin duda el P. Dean desde el lado del Padre ahora nos esta sonriendo”  

Mauricio Iraheta


1 comentario :

  1. Lídice de Iraheta18/10/11 9:16 a. m.

    Cuantas cosas vamos cargando que no nos sirven de nada, lástima que muchas veces nos damos cuenta de éstas frivolidades muy tarde, me parece un artículo para mucha reflexión y tratar de encaminar nuestra vida

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