El miedo es hermano de la preocupación. Nos preocupamos mucho porque tenemos miedo de que pueda suceder algo que nos exija demasiado. Dice un proverbio chino: "Llama el miedo a la puerta de nuestra alma. Abre la confianza. No hay nadie afuera".
La mayoría mandará a la preocupación a que abra la puerta. Los llamados de atención del miedo reprimen en nosotros con demasiada frecuencia la confianza. No nos atrevemos a acercarnos a la puerta. El proverbio pretende enseñarnos a dejar que, pese a todo el miedo que también hay en nosotros, sea la confianza la que abra la puerta. Ninguno de nosotros tiene sólo miedo, ninguno tiene sólo confianza. Siempre tenemos ambas cosas. A nosotros nos toca decidir quién ha de abrir la puerta. Si abre la confianza, podremos vivir la experiencia liberadora de que fuera no hay nadie. Quien llamó a nuestra puerta fue tan sólo el miedo de nuestra alma, pero nadie del mundo real.
Mauricio Iraheta.
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